PRESENTACIÓN DEL ACTO DE ENTREGA DE PREMIOS DEL IX CERTAMEN DE POESÍA MARGARITA PERUJO NEBRO

 


 

 El pasado 14 de enero tuve el honor de volver a presentar el acto de entrega de premios

 del

 IX Certamen de Poesía Margarita Perujo Nebro

Volver a Cuevas del Becerro es sentirte acogida por un grupo de personas entrañables que gustan de la poesía y de las letras en general. Es un pueblo asediado por el arte, invadido de inquietudes.




 

El texto que escribí en esta ocasión y que leí allí, los ganadores, su biografía y su concepto de poesía.

 

POESÍA Y FILOSOFÍA

Rubén Darío decía:

He meditado ante el problema de la existencia y he procurado ir hacia la más alta idealidad. He expresado lo expresable de mi alma y he querido penetrar en el alma de los demás y hundirme en la vasta alma universal… Nada es extraño a mi yo”.

Más adelante afirmaba que la poesía es el arte que vence al espacio y al tiempo.

Venzamos, pues, al espacio y al tiempo con poesía y permítanme leerles un poema de Marga, el titulado El pueblo:


Pueblo, mis ojos de no contemplarte se queman

como las rudas manos del que siega.


Con la luna…, una cama de piedra

y un cabecero de hierba en la era

y a esperar el tapujo de las estrellas,

arrimada a un surtidor de agua nacida y fresca

donde se ve en un punto lejano del cerro

un cuadro de sauces llorones e inquietos.


Y esmerada en cortar las flores más frescas

y en vestirme de dama de noche

cuando el ojo de la tarde acecha.


Y, todavía, en el mes de abril,

si es que el inmenso humo me ciega

y el asfalto enfría aún mis pies en primavera…


con todo esto que me traje de ayer

es con lo que vuelvo a mi pueblo serena

en el momento más propicio,

cuando ya no me parece tan soportable la ausencia.


Poetas y filósofos, ¿qué diferencia hay? Leyendo a las poetas y a los poetas que han participado este año en este Certamen y centrándome en los tres ganadores, sobre todo al indagar en su biografía (la vital y la poética que a fin de cuentas es una), me he acordado de María Zambrano y de su obra titulada Filosofía y poesía. 

Entre otras ideas: La poesía es necesaria, porque acude a entregarse incluso a los que nunca la desearon y ella (la poesía) los transforma y engrandece.

Aborda el tema de las relaciones entre la filosofía y la poesía. Para la autora, ambas son dos caras de la misma moneda. Como expresa en dicho libro: “[…] en la poesía encontramos directamente al hombre concreto, individual. En la filosofía al hombre en su historia universal, en su querer ser”.

Y es aquí cuando ambos conceptos se unifican en una sola realidad, en un solo ser. Poesía y filosofía; arte, pensamiento; pensamiento y arte. La historia del pensamiento no puede alejarse de la vida, ni la vida puede huir del pensamiento. El ser humano por naturaleza es poeta y, a la vez, pensador.

Nuestros ganadores de hoy son poetas, pensadores y filósofos en definitiva.

Premios:

Accésit Local:

Emilio Navarro Domínguez por su poema Sombra de la nostalgia:

Nació en Bruselas (10 de mayo de 1962), sus padres emigraron a Bélgica.

En 1979 formó parte de un grupo de rock junto con otros hijos de cueveños emigrados a Bélgica, actividad que fortaleció y asentó su búsqueda por los caminos de la poesía en lengua española.

Estudió animación teatral y después teatro en la Escuela Internacional de Teatro de Lassaad.

Paralelamente participaba como cuentacuentos en colegios y asociaciones.

En los años 1997 y 1998 viaja en una gira por África Occidental como actor y cuentacuentos.

Ha sido ganador del primer premio Margarita Perujo Nebro en 2013 y 2014.

En 2019 gana el segundo premio de este mismo certamen.

Bajo el título de Lo que no te dije publica una selección de sus mejores poesías.


El acto de escribir poesía es un diálogo permanente entre el mundo exterior y el interior. Escribir es recolectar perfumes, risas, llantos, cantos y despertares. Es intuir la oportunidad de otros mundos posibles. Desabrochar mi piel al encuentro de otras pieles, de otras raíces, de otras verdades. Sin envolverme en un manto de evasión, porque por las calles de la evasión uno se pierde. La cita debe ser con uno mismo. La poesía es un espejo que refleja impresiones y sensaciones para afirmar mi ser y mi identidad dentro de una diversidad. Mantener y preservar una diversidad dentro de una multitud universal”.


Nostalgia, sombra que nunca duerme,

sinuosa sombra; te deslizas por mi piel dominada

y fluyes por las ramas de mis venas descarnadas.

A sazón encuentras, abandonas, reencuentras mi cuerpo.

Eres hipócrita por la falta de tiempo que lamentas.


Nostalgia, sombra que nunca duerme,

ruidosa sombra; tamboreas en mi sien

lo que no respiré,

los pájaros, flechazos y danzas que soñé,

y las crujientes cenizas de lo que existió.


Nostalgia, sombra que nunca duerme,

quiero tu ida inmediata, irremediable,

anhelo que incorpores una fila de espera anónima,

deseo que te pierdas en una ciudad sin puertas,

pido que te esfumes en un gemido último.


Pero sigues sofocándome.


Nostalgia, sombra que nunca duerme,

es la evidencia, tus pasos son la sombra de mis pasos.

Mis labios sangrientos abrazan tu traidora envoltura,

y las caricias de tus manos mojadas

enredan los huesos de mi altar inútil.




Segundo premio:

Rafael Vázquez Capote por su poema Lejos de las raíces:

Nacido en 1964, en Arcos de la Frontera (Cádiz). Cursó estudios empresariales en la Universidad de Cádiz y posteriormente desarrolló su carrera profesional en el mundo de la banca, ocupando puestos de responsabilidad como analista de riesgos crediticios.

Casado y padre de dos hijos.

Desde muy joven, durante sus estudios de bachillerato, se aficionó a la literatura y la poesía. Quizás influenciado por la figura de su padre, gran aficionado y que también escribía poesía y participaba en tertulias poéticas en su pueblo natal, codeándose con otros poetas, hoy figuras de renombre, como los hermanos Antonio y Carlos Murciano, Antonio Luis Baena, Julio Mariscal, Cristóbal Romero o Antonio Hernández, entre otros.

En 1984 fue miembro integrante de la tertulia poética Calima, creada junto con otros jóvenes poetas arcenses, además de algunos otros originarios de distintos puntos de España que por motivos laborales se encontraban afincados en el municipio. De aquellos jóvenes poetas, hoy son ya escritores reconocidos Pedro Sevilla, Pepa Caro o María José Ortega, por ejemplo.

Durante todos estos años su faceta como escritor ha sido mantenida en un segundo plano frente a sus responsabilidades familiares y profesionales, si bien, en ningún momento ha dejado de escribir.

No es hasta noviembre de 2020 cuando se decide a publicar su primer libro de poemas bajo el título de Versos de un confinamiento, se trata de un poemario integrado por veintidós poemas escritos durante los tres meses que duró esta excepcional situación vivida por motivos del Covid-19, y que van dirigidos a su mujer, ya que por motivos laborales (sanitaria ella), pasan dicho confinamiento separados, él en Conil de la Frontera (Cádiz) y ella en Sevilla capital. Los poemas siguen el mismo orden cronológico en el que fueron escritos. Cada noche, enviaba a su esposa el poema que había escrito ese día y que era reflejo de los distintos estados de ánimo, las incertidumbres, la desesperanza, la ausencia, las dudas y el miedo por todo lo que estaba ocurriendo. Poemas llenos de frescura y musicalidad cuyo hilo conductor es dicho confinamiento y el trasfondo es la expresión de un amor profundo hacia la otra persona. Ha sido editado a través de la plataforma de Amazon y está disponible tanto en versiones e-book como impresa.

Su segundo libro se titula Las cosas que no vemos. En este caso se trata de cincuenta sonetos agrupados por temáticas que tocan cuestiones tan cotidianas y trascendentes como el amor y el desamor, el tiempo, la felicidad, el dolor, el vacío, la vida o la muerte. Se encuentra aún en proceso de edición, esperándose su lanzamiento para la próxima primavera.

Con el poema galardonado en este certamen, el autor pretende hacer un homenaje a la memoria de nuestros pueblos de Andalucía. Con su historia, sus paisajes y sus gentes, que en definitiva lo definen y constituyen su esencia y su memoria, hasta tal punto que conforman nuestras raíces y el lugar al que todos queremos volver antes de morir.



Suspendido en el aire por nubes de añoranza,

coronado en lo alto del risco y la memoria,

ofreciendo al futuro el libro de su historia,

derramado de cal en todo lo que alcanza.

Bebiendo de los vientos y las aguas de un río

que soñó conocer el azul de los mares,

retratándose en lienzos que imaginan lugares,

con pinceles que danzan a su libre albedrío.

Cuántos pasos distintos recorrieron sus calles.

Cuántas vidas perdieron su huella en el olvido.

Lo que nunca se cuenta, no siempre se ha perdido,

cobijado a su sombra se muestran mil detalles.

Cada piedra dormida, entre muros sin nombres,

nos habla de otros tiempos, crueles o felices,

historias que se graban dejando cicatrices

en un pueblo que es pueblo al calor de sus hombres.

Poetas y pintores, caballeros templarios,

moriscos, meretrices, amoríos y celos,

plañideras, venteros, castas novias con velos,

monjas y monaguillos, letanías y rosarios.

Un pueblo que se espanta al dolor de su hambre,

muriéndose en los rostros detrás de los visillos,

tiñendo con su sangre los muros de castillos

que intentan defenderse entre tanta cochambre.

Pero un pueblo que espera con mirada de arcilla

al sol de cada día que alimenta el mañana,

con la ilusión escucha repicar la campana

que anuncia la cosecha, el pan y la semilla.

Quiero que estés ahí cuando muera la tarde,

que te mantengas firme cuando sople el levante,

que me esperes paciente si yo sigo adelante,

que me ofrezcas cobijo cuando el alma me arde.

Primer premio:


Alberto Orozco Perujo por su poema En tus días de lluvia.


Nació el 16 de octubre de 1981 en la ciudad de Ronda. Musicólogo y con estudios en Grado de derecho, combina su actividad profesional en el sector inmobilario con la escritura y la música.

Sus primeros contactos con la poesía están aquí en Cuevas del Becerro. Pueblo donde nació su madre antes de irse a Ronda a trabajar.

A muy temprana edad resultó ganador del premio de poesía infantil “Cayetano Arroyo” en Ronda. Más tarde, ganó el premio de poesía del IES Dr Rodríguez Delgado, y participó como pianista acompañante y como poeta en las tertulias de Poesía “El cinco a las cinco”, desarrolladas por el Colectivo Cultural Giner de los Ríos.

Ha escrito dos libros de poesía, Sobre Mariposas Negras, cuya presentación fue realizada en Cuevas del Becerro y en la que Margarita Perujo puso voz a algunos de sus versos.
Más tarde publicó 
Los rostros del agua y recientemente ha colaborado con su poesía en Antología poética de la Serranía de Ronda y en el  poemario colectivo Poetas somos.


Su abuelo Antonio fue un gran aficionado a la poesía, recitaba de memoria poesías, muchas de ellas de los poetas del 27. El primer libro que leyó Alberto siendo un niño fue Campos de Castilla de A. Machado, que su abuelo le regaló.


Para él la poesía es “Intimidad buscándote. La poesía tiene una función estética y liberadora. Esos son sus dominios. Nace para que el lector se busque en una mínima expresión de su identidad y el poeta logre encontrarse… La luz que desprende su autenticidad es distinta en cada uno de nosotros; por eso la poesía debe ser prestada a todo aquel que la busque y maldecida si su destino es la soledad de uno mismo. Tiene la obligación de abrir las entrañas de sus adeptos… La poesía es un compromiso con la esencia de los hombres y de las mujeres en su absoluta realidad. Nada queda fuera de ella y nada puede resultarle ajeno”.



En los días de lluvia, soy un lastre undívago del asfalto.

Autómata, como el agua que surca una mejilla,

desfilo en azul por el filo algente de una cornisa.

Ayer, en la noche de los tiempos, era mi lengua

el vehículo húmedo de las palabras que nunca fueron dichas,

pero sí dibujadas con el néctar iridiscente de los lirios más sutiles.

Es mi órgano herido, la sangre más seca del desierto;

un ojo de serpiente vieja y sitibunda

que mira, con la piel yacente en el suelo,

la llegada de tu nube oscura.

¿Dónde olvidamos el idioma que el invierno dejó en nuestras manos?

¿El susurro de los libros que descansaban en tu espalda?

¿La dulce oscuridad de tus fronteras sobre mis ojos?

¿Dónde fue a parar aquello que fuimos?

Tu recuerdo está impregnado en las piedras del agua,

en su musgo anticipado,

en la oquedad celeste del Nacimiento,

que es reino de mi infancia.

El silencio inconmensurable de su cal latiente,

de su tierra labrada, casi nefelibata,

por el taró del mar lejano,

es la paz que busco

en mi guerra sin latido.

Aquí las respuestas cobran por adelantado

el sentido de una estatua sin juez ni pedestal.

Pero en tus días de lluvia, soy viento y pueblo.

Puño y rosa.

Soy el petricor que empapa de aromas resilientes el cultivo.

El rojo acendrado que preña de amapolas los peñones y el arado.

Soy agua de río cristalina y turgente,

como el dulzor de una manzana a punto de ser mordida.

Soy yo mismo en las miradas ajenas...

En tus días de lluvia,

soy el viento nubífero

que ansía tu llegada.

Y mientras todo sucede,

como el que espera la efervescencia de las flores,

escribo y sueño.





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